Autor: Ole Gjems-Onstad, Catedrático de Derecho Fiscal y Profesor de Meditación Acem
Trabajar con los estados de ánimo de la meditación nos ayuda a ver lo que conforma nuestras vidas. Nos confronta con nuestro modo de crear nuestro destino.
¿Te consideras una persona de carácter variable? Tal vez no. Sin embargo, de algún modo, todos lo somos. Cada ser humano vive dentro de un campo de estados de ánimo característicos. Aunque a menudo no reconocemos esos estados de ánimo como lo que realmente son: campos de resonancia individual psicológicamente determinados.
Nuestros estados de ánimo básicos ejercen mucho más poder sobre nosotros del que nos imaginamos. Tendemos a confundirlos con la realidad objetiva. Por ejemplo, no te ves a ti mismo como una persona ansiosa, y en su lugar ves peligros a tu alrededor - ¡no es de extrañar que tengas miedo!
Los estados de ánimo pueden determinar nuestras elecciones en la vida. Es importante reducir su poder en aras de nuestra evolución personal. Nuestro trasfondo emocional personal nos ciega fácilmente. Al no poder verlo desde la distancia, no somos objetivos con él.
Durante la meditación los estados de ánimo se intensifican y, por tanto, son más fáciles de identificar como las corrientes subterráneas subjetivas que son. A través de la meditación podemos penetrar en la ceguera que nuestros estados de ánimo típicos nos ocasionan.
Juicio fidedigno
Meditar es abrir la mente. La repetición del sonido de meditación con actitud libre crea un ambiente interno donde el contenido de la mente tiene la oportunidad de estar mas cerca y expuesto. La mayor parte del tiempo, la meditación es agradable y estimulante. Pero a veces nos trae también inquietud, desasosiego, y sentimientos de inferioridad e irritabilidad - estados de ánimo subyacentes que solemos pasar por alto, pero que tienen una profunda influencia en nuestra vida cotidiana. Incluso durante la meditación no siempre los reconocemos como propios. En su lugar, los tratamos como juicios absolutos sobre el proceso de la meditación, las condiciones externas que la rodean, o la forma en que meditamos.
No podemos observar nuestros estados de ánimo desde la distancia, como si fueran nubes moviéndose en el cielo. Los estados de ánimo nos controlan. Cuando estamos irritados, somos presa del estado de ánimo irritable. Dirigimos nuestra irritación hacia algo externo.
A veces tenemos una fuerte sensación de que no meditamos correctamente. ¿Seguramente los demás lo hacen mejor? Podemos entender estos juicios negativos sobre nuestra propia meditación de dos maneras. Lo más frecuente, sentimos que simplemente meditamos mal – en base a algún criterio "objetivo". Confundimos nuestro sentimiento de inferioridad con un juicio realista y válido. En otras ocasiones, sin embargo, podemos descubrir que nuestro sentimiento de inferioridad es parte de nuestra psicología. Sentimos que la meditación va mal porque ha destapado nuestras auto-imágenes negativas.
Todo está mal
Durante las meditaciones largas somos a veces atrapados en una actitud agresiva hacia la silla en la que estamos sentados, se nos hace insoportablemente dura e incómoda. Además, la habitación no ha sido debidamente ventilada. Y para rematar el agravio, las personas a nuestro lado tosen sin cesar, se mueven y nos molestan. Todo parece estar mal.
En primer lugar, es fácil tomar demasiado en serio estos estados de ánimo. Descubrimos poco a poco cómo fluctúa nuestra mente durante las meditaciones largas. La silla a veces nos irrita, otras veces no. La silla es la misma, pero nuestro estado de ánimo cambia. La forma en que percibimos a la gente sentada a nuestro alrededor también cambia. A ratos nos molestan cuando tosen, otras veces apenas nos damos cuenta de los ruidos. De nuevo, tiene que ver con la actualización de estados de ánimo subyacentes durante la meditación. Los estados de ánimo se expresan a través de nuestro juicio sobre el mundo que nos rodea. Sorprende con que objetividad lo perciben incluso los meditadores experimentados. “Eres un meditador estúpido. La silla es dura. La gente está haciendo mucho ruido”.
Meditación buena
Al alejar nuestra conciencia de la experiencia objetiva del mundo, y acercarla al estado de ánimo como fenómeno subjetivo, traspasamos un umbral. La meditación se convierte en un viaje de descubrimiento introspectivo.
Cuando meditamos, no debemos tomar demasiado en serio los juicios de nuestros estados anímicos. El hecho de que algo en nuestro interior nos dice que estamos meditando mal no significa necesariamente que nuestra meditación sea incorrecta. Al contrario, puede significar que estamos meditando bien y que hemos abierto la mente a estados de ánimo y sentimientos que habitualmente reprimimos.
El estado de ánimo quiere que nos rindamos. ¿Qué sentido tiene meditar si de todos modos no soy capaz de hacerlo bien? Con el tiempo, tal vez nos demos cuenta que este clima interior es un indicador de que debemos continuar. Algo latente en la vida cotidiana se vuelve dolorosamente claro durante la meditación.
Estados de ánimo como destino
En la vida diaria, los estados de ánimo se expresan como una vaga sensación -apenas imperceptible- de que no controlamos realmente nuestra vida. En la meditación, este vago estado de ánimo vibra con mayor claridad, como una cuerda de instrumento.
Este matiz emocional tiene una fuerte influencia en nuestra vida diaria, aunque no nos resulte tan claro allí como en la meditación. Un sentimiento de inferioridad tal vez determine nuestras elecciones de vocación, amigos y pareja. Nuestro estado anímico básico de ansiedad puede ser transferido a nuestros hijos, quienes tal vez experimenten el mundo como un lugar inseguro. Los patrones de comportamiento agresivos se transmiten de generación en generación. Conectar con nuestros estados de ánimo en la meditación significa ver con mayor claridad lo que nos conforma, y cómo creamos nuestro propio destino.
El velo de la historia
¿Cómo podemos estimular este cambio de perspectiva - desde objetivizar a fijarse en la contribución de nuestra subjetividad? La orientación es importante.
El beneficio existencial de hablar durante la orientación de la incomodidad de la silla parece limitado y simplón. Pero a veces, sorprendentemente, se adquiere una gran comprensión cuando nos fijamos en el estado de ánimo que teníamos cuando la silla se hizo tan importante. ¿Qué nos recuerda cuando nos sentíamos así?
Muchos creen que es muy importante entender por qué nos sentimos como lo hacemos. ¿Qué en mi historia individual me produce esta reacción de inferioridad, irritabilidad, ansiedad, o lo que sea? Entender la causa de nuestros estados de ánimo crea la posibilidad de un cambio sustancial. Pero gran parte de nuestra historia personal permanece en una neblina que no podemos penetrar completamente. Nuestra historia muy temprana, aquella que es tan importante y formativa, y que contribuye tanto a nuestros estados de ánimo básicos, está envuelta en una bruma de percepción y es inaccesible a la memoria.
¿Qué soy yo, qué son ellos?
Podemos encontrar alivio en que ser capaces de recordar las causas de nuestros estados de ánimo no es determinante para nuestro crecimiento. Lo importante es entender lo que somos hoy. ¿Qué estados de ánimo me afectan, qué me empujan a hacer, cómo percibo el mundo en base a mis distorsiones subjetivas? ¿Qué soy yo, qué son los demás, y qué es el mundo?
Esto es lo que se comenta acerca de la meditación durante la orientación. ¿Qué estados de ánimo experimento durante la meditación? ¿Cómo me incitan a distorsionar mi meditación, o incluso a dejar de meditar? ¿Qué similitudes hay entre esos estados de ánimo y los que dan forma a mi vida diaria?
Si comprendemos la conexión entre nuestros estados de ánimo subjetivos, nuestra percepción del mundo, nuestros actos y nuestras elecciones en la vida, nos adentramos más profundamente en nuestra existencia en el mundo. ¿Quién soy yo? ¿Cómo elijo vivir? La meditación es extraordinariamente útil en este proceso.
Procesos universales
La literatura moderna es a menudo muy buena en describir los estados de ánimo subjetivos. A veces nos da la impresión de que el hombre no es más que eso. Cada individuo está sentado sobre su propia carga emocional de estados de ánimo subjetivos, y yo nunca podré comprender como es para ti ser tu mismo.
En una conocida novela americana acerca de un hombre urbano moderno de la década de los 80, el personaje principal está en crisis. Piensa que los demás no se imaginan realmente cómo son las cosas para él: "No pueden imaginar lo que es para ti ser tú mismo, sólo pueden imaginarse a sí mismos siendo tú." (Jay McInerney: Bright Lights, Big City). Los estados de ánimo, capa tras capa, contribuyen a separarnos unos de otros. Es cierto, pero no del todo.
Trabajar de forma introspectiva es hacer uso de los aspectos universales del hombre. La conciencia que cada individuo tiene de sus propios estados de ánimo puede variar, pero el proceso introspectivo tiene sin embargo características comunes. El viaje de descubrimiento, y el desenmascaramiento de los filtros subjetivos que nos separan del mundo, es algo que podemos reconocer en los demás. Meditar no sólo sirve para tomar conciencia de las peculiaridades y rasgos personales que caracterizan a cada uno de nosotros. También nos abre a procesos humanos comunes que unifican y dan una comprensión más profunda de lo que tenemos en común los seres humanos. La meditación nos ayuda a acceder tanto a lo que es único en nosotros como a ciertas características básicas comunes de la condición humana. En esta interacción entre lo individual y lo colectivo, la meditación puede despertar una profunda fascinación.