En la frontera - Paseando por nuestra zona de libertad mental

Foto: Jamie Harris

Por Carl Henrik Groendahl, redactor en NRK; Norsk Rikskringskasting, la RadioTelevisión Pública de Noruega. Profesor de Meditación Acem.

La actitud mental libre es un concepto central en la Meditación Acem. Pero ¿qué es en realidad? Sigamos sus trazas y veamos lo que encontramos.

Foto: Jamie Harris

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La actitud mental libre no es una sensación, ni de bienestar ni de calma total. Tampoco es un estado. La actitud mental libre tiene que ver con la acción, la forma en que hacemos algo, sea sentir, pensar, hablar o actuar.

La primera vez que nos sentamos al volante de un coche, probablemente no conduciremos con actitud mental libre. No seremos capaces de mantener al mismo tiempo una conversación animada o reflexiva. Todavía no disponemos de los recursos mentales necesarios. La inexperiencia, la falta de confianza y la conciencia del peligro contribuyen a cerrar nuestra mente. Se necesita entrenamiento y práctica para llegar a dominar los aspectos técnicos de la conducción suficientemente bien como para navegar  por el tráfico sin esfuerzo y al mismo tiempo hablar de los enigmas de la existencia. Sólo entonces seremos capaces de realizar el acto de conducir con una actitud mental libre. Por supuesto que todavía pueden surgir situaciones nuevas, fuera de nuestro control, que nos sacarán de la zona en la que actuamos con actitud mental libre. Entonces nos volvemos irracionales y podemos cometer estupideces.

 

La zona de flujo

La mayor parte del tiempo intentamos vivir nuestras vidas dentro de nuestra área de libertad mental, en la que actuamos por instinto, sin ansiedades ni dudas. Aquí podemos ser constructivos y creativos. Un entrenador de fútbol lo denominó en una ocasión la zona de flujo. Sin embargo de vez en cuando, en situaciones en las que nos sentimos mucho menos seguros de cómo comportarnos, nos encontramos fuera de esa zona. Después nos acosan pensamientos autocríticos; las cosas estúpidas que hice, lo que realmente debería haber dicho, ¿por qué no tomé represalias?... Cuando estamos sumidos en ese diálogo interior no tenemos suficiente acceso a la actitud mental libre en el pensamiento, la palabra o la acción. Nos viene sólo después, cuando el momento ya pasó.

El estrés reduce nuestra área de libertad mental. Cuando estamos cansados o bajo presión, las cosas que habitualmente hacemos con actitud mental libre se vuelven tensas e incómodas. Entonces es agradable sentir como las meditaciones diarias actúan a modo  de aspiradora, limpiando el residuo que bloquea nuestra mente.

 

Una vida no vivida

El temor a perder nuestra libertad mental a veces nos hace evitar actividades y situaciones nuevas. En lugar de asumir nuevos retos, nos quedamos en casa o nos apegamos a la rutina familiar. Con el paso de los años, nuestra área de libertad mental gradualmente se reduce. El mundo se hace más pequeño, al igual que nuestra zona de maestría libre y flexible. Tal vez esto explica por qué los que continuamente asumen nuevos desafíos, como los actores, conservan su vitalidad incluso a edades avanzadas. Los actores viven su vida en la frontera de la actitud mental libre, aprendiendo de memoria gran número de guiones y entrenándose para superar los ataques de pánico escénico.

Una vida controlada por el miedo de salirnos de la esfera de libertad mental  corre el riesgo de convertirse en una rutina vacía y una vida no vivida. Nuestra estructura psicológica limitada se filtra a nuestras acciones y reacciones, privándonos de la capacidad de actuar con actitud mental libre. Enfrentarnos a este bagaje es lo que  llamamos actualización y sucede siempre que nos aventuramos fuera de nuestra zona de confort.

Actualización

La actualización es el encuentro con nuestra frontera, es decir nuestros límites. Para empezar, suele hacer que la gente se sienta mal consigo misma, y nadie soportaría vivir todo el tiempo en la frontera, empujando sus límites psicológicos. Sin embargo, si queremos ampliar nuestro espacio de libertad mental, debemos buscar la frontera con el fin de abrir nuevos caminos. Eso es precisamente lo que hace la Meditación Acem,  especialmente las meditaciones largas. 

Lo que la vida nos impone sin haberlo elegido, lo buscamos en la Meditación Acem. Al repetir el sonido con actitud libre mental, poco a poco vamos moviendo la frontera de nuestra zona de libertad mental. La actualización en la meditación se manifiesta de muchas formas.  Puede aferrarse al sonido y hacerlo más difícil. O desafiar su repetición. Puede instalar meta-pensamientos en nuestra mente acerca de lo ridículos e inadecuados que somos. También puede manifestarse como una resistencia silenciosa que nos crea  irregularidad en el hábito de meditación o nos lleva a abandonarla por completo.

Estar en la frontera no resulta cómodo: desbarata nuestras ideas sobre la meditación agradable y la buena vida. Pero es precisamente ahí adonde debemos ir si queremos acceder a nuevos territorios. En las meditaciones largas, esta expansión de la frontera es mucho más sistemática y accesible que cuando estamos inmersos en la complejidad y confusión de la vida diaria, donde tenemos que hacer frente a las quejas, exigencias, y expectativas de los demás. Cuando al repetir el sonido alcanzamos nuestra frontera, activamos el sistema de alarma completo. Reaccionamos de manera espontánea y sin libertad mental. Luchamos, protestamos, forcejeamos, acusamos, nos enfadamos y nos sentimos incompetentes. El tráfico es tan intenso y tan confuso que todos los intentos de conducir con actitud mental libre resultan inútiles.

 

Cambio

Entonces es cuando el cambio resulta posible. En lugar de rendirnos ante la confusión interna, podemos intentar responder de manera relajada y encontrar el camino de vuelta a repetir el sonido con actitud mental libre. Y como la vida misma, no es fácil. Requiere fuerza de voluntad, pero fuerza de voluntad con actitud mental libre. Y es posible, una vez tras otra. Pues la posibilidad de actuar con libertad mental siempre está presente, como parte de nuestros recursos. Y así abrimos nuevos espacios en nuestro espacio natural interior.

Esto también implica que debemos afinar nuestra comprensión de lo que significa actuar con actitud mental libre. ¿Es sólo algo que nos entretiene, sin complicaciones, cuando hace buen tiempo y viento favorable, sin calor ni emociones indeseables? En realidad no. Podemos tener una actitud mental libre incluso cuando estamos enfadados. Hay una gran diferencia entre la persona enfadada que actúa con actitud libre mental y la que no. La persona que actúa con actitud mental libre está en contacto con las formas que adopta el enfado y es consciente de las reacciones que esa emoción suscita. Esa persona no está llena de corrientes subterráneas de rabia que en realidad provienen de otras relaciones y situaciones. Sin embargo, esa persona enfadada que no actúa con actitud mental libre es probablemente alguien que conocemos muy bien.

Aceptación

Durante los periodos de actualización en la meditación, es decir cuando llegamos a los límites de nuestro espacio de libertad interior, lo que estamos buscando es la persona madura y generosa, la persona que permanece sensata en medio de situaciones difíciles. En otras palabras, actuar con una actitud mental libre implica generosidad y mesura, y sin lugar a dudas una aceptación básica de nuestras imperfecciones.

Algo en nosotros quiere ahuyentar todo lo que perturba y arruina nuestra meditación, luchar con ello y sofocarlo. Cuando repetimos el sonido de meditación con esa actitud, no hay libertad, sólo conflicto. Este tipo de conflicto no trae ningún cambio. Sólo mantiene los límites de nuestro espacio de libertad mental. Actuar con una actitud mental libre produce un cambio, porque aceptamos que lo que nos irrita, nos sacude, nos molesta y lo que no queremos, también forma parte de nosotros. Es lo que buscamos cuando nos sentamos en el umbral de nuestra libertad mental, lidiando con la repetición de un sonido que no siempre se comporta como nos gustaría.

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